Dios creó al hombre con la suficiente capacidad de oírle y obedecerle, porque Él tiene muchas cosas que decir; y el hombre muchas que retener.
Jesucristo habló de personas prudentes e insensatas y las caracterizó según la forma en que edificaban su vida.
La ley de Dios nos lleva no sólo a manifestar con impotencia nuestra necesidad, sino a señalarnos el camino de nuestra salvación.
Nuestro último programa del año nos da la oportunidad para hablar del paso veloz del tiempo; de la brevedad de la vida.
La Biblia no es el producto de una elevada conciencia humana o un iluminado intelecto, sino que es directamente inspirada por Dios mismo.
La injusticia es una de las facetas que más destaca en el devenir humano. Y como hace falta hallar a un culpable, ¿a quién se va a poner en el banquillo de los acusados? Son muchas las personas que colocan a Dios, considerado como el responsable de todo el
“Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva”.
El hombre quisiera penetrar el futuro y ver qué será de él y de la humanidad en ese futuro misterioso. La Biblia tiene la respuesta.
Llegar a ser una nueva criatura es una experiencia única que sólo es posible en Dios. Es una nueva vida, una nueva naturaleza que depende solamente de Él.
La fe es inevitable e imprescindible, aunque decidamos sólo creer en nosotros mismos. Hoy presentamos las virtudes y beneficios de la fe cristiana.
La justificación por la fe fue el corazón de la Reforma. Y hoy sigue siéndolo, porque sólo la fe en el Cristo resucitado transforma del corazón humano; de hecho, es el corazón de la vida cristiana.
El miedo y la ansiedad son los factores que impulsan gran parte de la conducta humana, y aún así están entre las fuerzas menos deseadas en las vidas de las personas.
El hombre quisiera penetrar el futuro y ver qué será de él y de la humanidad en ese futuro misterioso. La Biblia tiene la respuesta.
La justificación por la fe fue el corazón de la Reforma. Y hoy sigue siéndolo, porque sólo la fe en el Cristo resucitado transforma del corazón humano; de hecho, es el corazón de la vida cristiana.