Cuando Dios envió a su Hijo al mundo no lo envió a cobrar deudas, sino que lo envió a perdonar.
Una preocupación clave de la Reforma, que a menudo se olvida, es su resurgimiento de una reforma del corazón, o como lo llamaría Juan Calvino: ”piedad bíblica”. Para Calvino, la piedad está en el centro de la reforma del corazón; de hecho es el coraz
Aunque todos nacemos con un deseo insaciable de tener más de todo, sobresale uno entre los que no pertenecen a la categoría del deseo de tener más, es el anhelo espiritual.
La Biblia no es el producto de una elevada conciencia humana o un iluminado intelecto, sino que es directamente inspirada por Dios mismo.
La libertad es más que la palabra enunciada. En su sentido más trascendente es una otorgación de la suprema soberanía de Dios.
En un mundo confuso y cargado de incertidumbres, Dios sigue siendo el Dios de toda esperanza.
Según la Biblia, los objetos de barro son símbolo de la fragilidad, debilidad, e imperfección de la naturaleza humana. Aún así, Dios ha escogido habitar en nosotros y poner el tesoro de Su Presencia para moldearnos a su imagen.
Si todas las religiones fueran iguales, no habría ninguna necesidad de discutir acerca de cuál religión es la religión “verdadera.” Pero, ¿y si todos los caminos no conducen al mismo destino?
La ley de Dios, que nos lleva, no sólo a manifestar con impotencia nuestra necesidad, sino a señalarnos el camino de nuestra salvación.
El hombre quisiera penetrar el futuro y ver qué será de él y de la humanidad en ese futuro misterioso. La Biblia tiene la respuesta.
La justificación por la fe fue el corazón de la Reforma. Y hoy sigue siéndolo, porque sólo la fe en el Cristo resucitado transforma del corazón humano; de hecho, es el corazón de la vida cristiana.