El tema importante de la Navidad no es tanto que Jesús vino, sino por qué vino. Había un precio que debía ser pagado por nuestros pecados. Alguien tenía que morir, y sólo Jesús podría hacerlo.
La línea que divide el bien y el mal atraviesa el corazón de todo ser humano. ¿Y quién está dispuesto a destruir un pedazo de su propio corazón? En realidad no hace falta. Dios está dispuesto a transformarlo.