Llegar a ser una nueva criatura es una experiencia única que sólo es posible en Dios. Es una nueva vida, una nueva naturaleza que depende solamente de Él.
La línea que divide el bien y el mal atraviesa el corazón de todo ser humano. ¿Y quién está dispuesto a destruir un pedazo de su propio corazón? En realidad no hace falta. Dios está dispuesto a transformarlo.